Un niño con una tablet en sus manos. | Pixabay

El concepto «nativo digital», que todo el mundo ha escuchado en algún momento, hace referencia a los niños y las niñas que han nacido en la era tecnológica; frente a aquellos que no lo han hecho «inmigrantes digitales». Además de definir a una parte de la población, en cierta medida ha creado una confusión. Es decir, ha propiciado que muchas familias incorporen la tecnología de manera sistemática en el núcleo de convivencia, facilitando el contacto con pantallas a sus hijos prácticamente desde el nacimiento y sin valorar las posibles consecuencias que esto pudiese ocasionar.

En los últimos de 10 años se han presentado diferentes estudios y publicaciones científicas que exponen los problema y consecuencias del uso de pantallas por parte menores antes de los 3 años. En la actualidad son varias las instituciones que están impulsando campañas preventivas sobre este tema en guarderías o centros del primer ciclo de educación infantil, entre otras la semana pasada el Govern de les Illes Balears presentó la suya.

Una de las consecuencias negativas en la que coinciden los estudios es el trastorno por «atención parcial continuada» que define una dificultad para concentrarse o atender durante un periodo prolongado de tiempo. La atención es el motor del descubrimiento, imprescindible en los primeros años de vida y se desarrolla por medio de dos actitudes. Por un lado, la atención por actitud activa que provoca la curiosidad, el hacer preguntas, el descubrimiento, el aprendizaje, etc. Y por el otro lado, la atención por actitud pasiva, relacionada con la fascinación ante estímulos novedosos, frecuentes e intermitentes que es la que provocan las pantallas. Un estudio realizado en Canadá, siguió a más de 2.400 niños, en el cual se afirma que los niños que pasan más de dos horas delante de las pantallas pueden tener problemas de atención, lo que afectaría a su aprendizaje y su rendimiento escolar.
Durante los últimos años se han desarrollado diferentes campañas que recomiendan alejar a los menores de las pantallas. En especial recuerdo dos iniciativas, la primera más antigua en el año 2013, de la Asociación Japonesa de Pediatría con el lema «No permitas que las pantallas sean la niñera de tus hijos» y la segunda más actual de la Academia Americana de Pediatría «Que la pantalla no sea un chupete emocional». La tecnología puede ser muy efectiva para mantener a los niños tranquilos y callados pero no es la forma más apropiada para que aprendan a calmarse, los niños necesitan que se les enseñe cómo identificar y manejar las emociones fuertes.

El mundo digital formará parte de su día a día en el futuro, protegerles de sus riesgos durante los primeros años de vida debe ser una prioridad.

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