Son muchos los de que desean escuchar la palabra de Dios. Se agolpaban con avidez para escuchar a Jesús junto a la orilla del lago. Había dos barcas. El Señor subió a una de las barcas, que era de Simón y sentado enseñaba desde la barca. Debemos preguntarnos si nosotros tenemos hambre de la palabra de Dios. Cuando acabó de predicar, rogó a Simón que alejase la barca de la orilla.
Domingo 5 T.O. (Lc. 5,1-11)
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2 comentarios
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...Un silencio, @manu, que usted pretende llenar tenazmente con sus triviales opiniones, en busca, tal vez,de alguna señal oculta. Pero inversamente, sus tristes comentarios animarían a la misma Regan MacNeil, en pleno trance, a lavarse la cara con agua bendita, repicando campanas, con tal de no soportar más su aburrido apateísmo. Tome nota de Buñuel, un ambiguo y sarcástico "ateo gracias a Dios" mucho menos tedioso. Y tal vez debiera usted redirigir sus esfuerzos hacia la negación del cambio climático, y lograr así por fin, la unanimidad planetaria en la próxima cumbre ,sólo por el simple placer de contradecirle.
... ahora siguen intentando hablar con él, pero no contesta... sólo intentan enredarnos algunos aprovechados que dicen hablar en su nombre, curioso... lleva así en silencio como unos dos mil años, más o menos...