A partir de hoy se relajan las restricciones de alerta sanitaria: Ibiza podrá abrir las terrazas de bares y restaurantes después de dos meses cerradas a cal y canto. Formentera irá un paso más allá y podrá abrir también el interior al 30% de su capacidad.
Echarse la caña en el bar es el deporte nacional y, por supuesto, hay muchas ganas de socializar y acudir a esos templos de la gastronomía y foros de discusión en los que predominan los temas científicos y filosóficos, bueno, y algo de fútbol.
Pero ojo, que las restricciones son muy claras: «socialice, pero con cabeza». Mesas de máximo cuatro personas de máximo dos núcleos de convivencia. Lo de después de dos cervecitas venirse arriba y olvidarse del virus es altamente peligroso y perjudicial para su salud y la de sus congéneres.
Lo de la mascarilla, lavado de manos y distancia social, sigue siendo el mayor seguro para mantenerse alejados del bicho y evitar enfermar y además convertirse en vector.
Lo de las reuniones sociales sigue siendo igual: máximo seis personas de máximo dos núcleos de convivencia y siempre los mismos núcleos. No vale un núcleo por la mañana, otro al mediodía, uno nuevo a media tarde y otro para la cena ya que en tal caso habríamos mezclado cuatro núcleos en un solo día y, por tanto, habríamos multiplicado por cuatro el riesgo de contagio.
Está claro que no somos mucho de normas y estamos de acuerdo en que todo esto es un coñazo, pero la lección debería estar aprendida. No podemos olvidar tan pronto los días de 4.000 casos activos de Ibiza y los casi 200 de Formentera, las UCI hasta las trancas, el personal sanitario desesperado y sin efectivos. De todo eso hace dos días.
Podemos buscar todas las excusas que nuestra imaginación sea capaz de inventar, pero el virus seguirá ahí.
Por usted y por los demás.
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