Pues la verdad es que hablando ahora contigo no sé por qué no lo hemos hecho antes», me decía Paquita Cardona durante la entrevista que le hicimos para el reportaje sobre el futuro del West End y que emitió la TEF el lunes.
Y es que este año por primera vez en mucho tiempo parece que hay conversaciones en serio y con fines realistas entre los empresarios del West y el Ayuntamiento para dar un giro radical a esta zona de Sant Antoni. «No es fácil», me repetían todos los entrevistados. Y es verdad. No lo es. Pero por algún sitio hay que empezar. Todas y cada una de las personas a las que entrevisté y muchas que no pude entrevistar pero sí hablaron conmigo detrás de las cámaras, coincidían en una cosa: el West está acabado.
El modelo se ha degradado tantísimo que ya no gusta a nadie. Porque ¿a quién en su sano juicio le va a gustar lo que vemos en esta zona de Sant Antoni cada verano? Guiris borrachos y drogados vomitando en plena calle, peleas, robos, prostitución y cuando las cosas se ponen más feas, hasta apuñalamientos o violaciones. El West es un cáncer que ha hundido la imagen de todo un pueblo que tiene muchísimas cosas que ofrecer.
Y llegados a este punto en el que todos y cada uno de los protagonistas del West quiere cambiar el modelo, lo único que podemos decir desde fuera es ¡adelante! Las administraciones deben y tienen que apoyar este cambio de modelo y poner todas las facilidades que estén a su alcance para conseguirlo. Y los empresarios de esta zona que se quejan del esfuerzo económico que han de hacer para transformar locales y negocios, han de pensar en la cantidad de tiempo que llevan aprovechándose de ese otro modelo.
Ahora deben hacer un gran esfuerzo y devolver a Sant Antoni la dignidad que poco a poco le han ido quitando, porque no es el momento de buscar culpables sino de buscar soluciones. Y ellos la tienen en sus manos.
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