He leído que Vicent Torres, presidente del Consell d'Eivissa, ha regresado molesto con los empresarios hoteleros que han aprovechado la feria de Londres para hacer campaña contra la ecotasa. Dicen que Torres considera que ese no era el momento ni el lugar, pero por todos es sabido que los hoteleros rechazan el impuesto, que no pagan ellos, porque resta competitividad a Ibiza y al resto de islas. La patronal mallorquina no ha sido tan valiente como los pitiusos, lamentablemente. El problema de la ecotasa no es que un turista no pueda pagar unos euros por día de estancia. El error de la ecotasa es lo que hacen con la recaudación, que no gusta ni a ecologistas ni a hoteleros, y donde el Govern gasta en cuestiones que nada tienen que ver en la mejora de las infraestructuras turísticas. Porque Torres podría haber dicho que le preocupaba que Gabriel Escarrer haya anunciado en Londres que su cadena deja de hacer inversiones en Baleares porque se ha hartado de los retrasos en la concesión de permisos y de la inseguridad jurídica. Pero lo sorprendente del asunto es que se cuestione que los empresarios puedan opinar, que haya malestar por expresar esas ideas en Londres, como si allí no supieran que los hoteleros están en contra de la ecotasa. Los adalides de la libertad de expresión, los detractores de la mal llamada «ley mordaza», son ahora los que quieren vetar opiniones cuando no gustan. Para algunos sectores de la izquierda parece que está mejor visto que un rapero pida la muerte de alguien que el hecho de que algún empresario defienda sus derechos empresariales ante el foro donde pueda tener más repercusión. Bienvenidos al mundo donde un empresario no puede opinar en una feria turística cuando parece lo más normal del mundo que la Conselleria de Turisme se gaste 250 euros por cabeza con una cena en el lujoso Hotel Savoy. Si alguien lo entiende, que lo explique.