Soy extranjera y residente en esta isla y amo y respeto las tradiciones de esta tierra. Siempre que puedo me agrego a estos eventos culturales que considero un manjar para los sentidos y un enriquecimiento cultural y que debemos obligarnos, todos, a trabajar para que se mantengan vivos para las próximas generaciones.
Las gentes de esta isla siempre han sido tolerantes y han dado la bienvenida a todos aquellos que a ella han acudido. Este es un lugar donde las gentes de todos los caminos de la vida han podido coexistir, mezclarse y socializar; reír, bailar y compartir momentos especiales. Muchos han sido englutidos por la magia especial que irradia la isla. La primera vez que puse pie en Eivissa algo mágico sucedió: sentí un particular sentimiento de paz y de pertenencia. No soy la excepción. Tantos extranjeros hablan de ese momento mágico y esto incluye a tantos turistas que regresan cada año con familias y amigos.
Comportamientos como los que se pudieron observar en el puerto no son un reflejo de todos los visitantes, más bien una excepción pero que debe recordarnos que debemos hacer lo imposible para que actitudes irrespetuosas como éstas no se conviertan en la norma ya que este corte con la cultura y las tradiciones de la isla la convertirían en un mero “destino de vacaciones” y no en la isla mágica que es.
Hay que comprender que el alquilar una villa en la isla, comprar una casa o atracar tu barco o tu yate millonario en el puerto conlleva un regalo al que no se le puede poner una etiqueta de precio y es el privilegio que los extranjeros debemos sentir al formar parte de esta isla, de su historia, de su cultura y de sus gentes.
1 comentario
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Y de su lengua propia también, querida amiga, porque no hay mayor elemento cultural que la lengua y la posibilidad de usarla. La cultura ibicenca no es solo ir a ver "ball pagés" de vez en cuando...