Saben ustedes ‘aquell que diu' que no paraban de oírse voces en el piso de arriba y que alguien no dejaba de repetir la misma frase una y otra vez - Organización! organización! a todas horas de la noche y de la madrugada hasta que el vecino de abajo, intrigado y con la mosca en la oreja sube para pedir explicaciones al de arriba y este tras abrir la puerta le comenta que lo que se está celebrando no es una fiesta normal y corriente sino una orgía y que lo de sus alaridos de «organización» se deben a que está ya está harto porque no ve normal que en ella solo participen dos hombres y veinticinco mujeres y que ya sea la enésima vez que le dan por detrás en lo que va de noche?

Pues imagínense ustedes por un instante como deben de sentirse en estos momentos algunos políticos que al grito de «organización» lo único que consiguen es que les pase lo mismo que al vecino de arriba. Está claro que cuando alguien celebra una fiesta debe estudiar con detenimiento quienes van a ser sus invitados y preocuparse de conocer sus gustos antes de hacer la lista de los mismos.

La «Política» es un arma cargada de futuro - lo crean o no - Y si no que se lo pregunten a Gabriel Celaya, poeta y escritor de tomo y lomo que escribía poesía y la disparaba a diestro y siniestro, hiriendo con sus palabras en lo más profundo de los corazones de aquellos que se valían de ella como si de un cortijo privado fuera y que tenían por mala praxis hacer discursos políticos a sabiendas de que jamás podrían cumplir con ellos.

Me pregunto tal vez si hubiese debido titular a este escrito «El honor de los Prizzi» o «El coloso en llamas». La verdad sea cierta, jamás se ha vivido una situación como esta en la política local de nuestra isla en donde la conspiración parece ser lo único válido como meta para alcanzar el poder, cuando lo que realmente por lo que se debiera luchar es por el interés común y general de la ciudadanía que tan necesitada se encuentra de ayuda. No es de extrañar que la clase política en estos tiempos pase por su cota de popularidad más baja en la historia de nuestra ya no reciente democracia. Los ciudadanos no nos merecemos unos políticos que transgreden las más fundamentales normas éticas de la política que son el respeto -no solo a los ciudadanos que les dieron su voto sino también al resto - y la honradez de quien sabe que el puesto que ocupa es a precario y por lo tanto debe quedar a su salida como mínimo igual o mejor que cuando lo ocupó.

La vocación de servicio a la ciudadanía pasa por sus peores momentos, pero no por ser este un dato negativo hemos de pensar que todos los políticos son malvados, conspiradores y vanidosos e incapaces y que forman parte de una casta inexpugnable que tiene como único deseo la perpetuación en los poderes fácticos.

Existe por contra un grupo de personas - el más numeroso aunque a ustedes les cueste creerlo- que sí tienen vocación política y un gran respeto por la ciudadanía y que se dedican en cuerpo y alma al bienestar de la sociedad que representan, hayan sido elegidos por ellos en las urnas o no porque no hacen distinción alguna. Estas gentes dedican su tiempo, sus esfuerzos en hacer el bien que pueden a sabiendas de que nunca, nunca serán recompensados - es lo que tiene la política - y que nadie va a valorar positivamente el esfuerzo de que muchas veces en sus casas ni se les vea el pelo; carezcan de intimidad y horario pues han de estar a cualquier hora a disposición de sus ciudadanos y todo ello por un salario que no crean que les vaya a hacer ricos. Es más: Algunos profesionales de prestigio o empresarios que han llegado a dedicarse al tan denostado arte de la política han acabado por echar a perder por falta de dedicación su principal sustento y el de sus familias y en algunos casos hasta les ha llevado a la ruina y en el peor de los casos al más puro de los ostracismos por parte de esa misma sociedad y compañeros que otrora lo fueran y que los adulaban incondicionalmente.

La Política ya les dije que era un arte y el arte significa en este caso vocación de servicio, por lo que aquellos que no la sientan así sufrirán desde un principio el encontrarse sometidos a continuas tensiones y distensiones que no se arreglan con un simple *myolastán - ya en desuso - comprado en la farmacia.

La Política es solo para damas y caballeros que reconocen sus errores, piden perdón por ellos y aprenden de los mismos para no volver a cometerlos jamás. No es político aquel que cree que hace política sin saber a quién representa ni lo que debe hacer ni tampoco aquel que no sabe distinguir cuales son los objetivos particulares de los generales y que simplemente está ahí porque no tiene otro sitio en donde estar.

Tampoco es Política el ansia de gobierno a cualquier precio. No es cierto que todo se compre o se venda - como algunos creen - . Eso lo saben los buenos políticos. Es preferible no gobernar que gobernar en desgobierno. En este último caso lo mejor que puede pasar es aplicar la máxima que dice «Cada uno en su casa y Dios en la de todos». El honor importa - aunque para algunos suene a retrogrado -. Eso también lo saben los buenos y me pongo de su parte pues al final no hay nada que dure cien años. Bueno. Tal vez el monumento de Vara de Rey al que no deben faltarle ganas de bajarse del pedestal y repartir algún que otro sablazo. Aunque hablando de sablazos... mejor estos los dejamos para otra historia porque me están viniendo algunos a la memoria que...

¡En fin! Vayan tomando nota.

*myolastán: Relajante muscular retirado de la lista de fármacos.