La crisis por la que ha atravesado Unió Mallorquina (UM), que ha concluido, por el momento, con la dimisión como conseller de Turisme de Francesc Buils y la asunción del cargo por parte del presidente de los nacionalistas, Miquel Nadal, ha supuesto un reforzamiento de la figura de este último, que ha conseguido laminar a los críticos y asumir un cargo de trascendental relevancia en el Govern de Francesc Antich.

Sin que debamos esperar grandes cambios en la política turística del Ejecutivo autonómico (en su comparecencia se habló ayer de continuidad), sí parece haber quedado clara cuál es la interlocución válida de los nacionalistas frente al president. Y esto es positivo por cuanto elimina cualquier duda sobre el papel que juega cada uno en el seno de UM, socio fundamental en el Pacte para garantizar la gobernabilidad.

No es que las disensiones no puedan aparecer en otro momento, pero hoy por hoy, la tranquilidad ha regresado a UM. Pero, en el futuro, Miquel Nadal deberá seguir trabajando para mantener la unidad y la cohesión del partido y para dar cabida a las diferentes sensibilidades que existen en su seno. También tiene por delante la ingente tarea de gestionar un área del Govern de enorme importancia para la economía insular.

En cualquier caso, hay que dar un tiempo para ver cómo evolucionan los acontecimientos, aunque, pese a la gravedad de la situación vivida, parece que lo peor ya se ha superado y la formación nacionalista encara un nuevo período en el que Nadal juega un papel decisivo y determinante, eliminando cualquier duda sobre su capacidad de liderazgo en el seno de UM.