Una vez más el asunto del dopaje ha vuelto a saltar a la primera línea de la actualidad informativa y, como ya sucediera hace unos años durante el Tour de Francia o el Giro de Italia, la sombra recae en el mundo del ciclismo. Aunque esto no quiere decir que estas prácticas ilícitas sean exclusivas del mundo de la bicicleta. También se han dado casos notables en el atletismo y la liga italiana de fútbol también se ha visto salpicada por este asunto.
Al margen de otras consideraciones, los deportistas que hacen uso de técnicas de dopaje están faltando al juego limpio y, por tanto, distorsionando la competición, que deja de ser un enfrentamiento en las mismas condiciones. Y, por otro lado, pone en grave riesgo su integridad física, ya que las sustancias que se utilizan para potenciar el rendimiento de los deportistas pueden tener graves efectos secundarios o provocar secuelas irreversibles e, incluso, la muerte.
El hecho de que en determinadas competiciones se esté al límite del potencial de un ser humano no justifica en absoluto estas prácticas y es imprescindible que se actúe desde las diferentes Administraciones para garantizar la limpieza en el deporte y para velar por la seguridad de quienes lo practican.
No es en absoluto positiva la imagen que se desprende de los deportistas después de que se destapen escándalos por dopaje. Aunque, bien es cierto, que no debemos generalizar y que lo habitual es que el deportista no recurra a estas peligrosas trampas. Ejemplos admirables los tenemos y son esos precisamente los que deben ser referente para todos, en especial para los jóvenes. En este asunto conviene seguir extremando la vigilancia y hacer que los responsables respondan de sus acciones ante la Justicia.
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