Pocas personas discutirán el hecho de que la costa de la zona de
es Trenc y ses Covetes, en el término municipal de Campos, es una
de las más privilegiadas de Mallorca por su belleza y por su «casi»
intacto equilibrio. Pero allí se alzan, en primera línea de playa,
los siniestros esqueletos de unos cuantos edificios a medio
construir que debían albergar 67 apartamentos con unas vistas
privilegiadas y que, ahora, ha confirmado el Tribunal Supremo que
eran ilegales. Así lo detectaron de inmediato el GOB y el PSM, que
denunciaron la edificación en la franja protegida por la Ley de
Costas hace más de una década.
A pesar de todo, catorce años después de que el Ajuntament de la
localidad otorgara la licencia de construcción en terreno no
urbanizable, los mamotretos continúan ahí. Por ello no se entiende
que el alcalde de la localidad, Andreu Prohens, siga haciendo oídos
sordos a la Justicia.
En una actitud incomprensible, el alcalde de Campos asegura que
las licencias se dieron con absoluta correción y ahora se permite
la incongruencia de decir que los edificios a medio construir deben
ser derribados, pero que no será él quien dé esa orden.
Hoy, cuando Mallorca entera sufre una verdadera fiebre
constructora, hay que dar la bienvenida a una sentencia que podría
devolvernos al menos una pequeña pero hermosa zona costera.
Y desde luego exigir con firmeza que Prohens deje de marear la
perdiz y asuma de una vez que el desaguisado está en su municipio y
que debe ser él, con la máxima urgencia, quien se encargue de
arreglarlo. Catorce años contemplando el cemento demasiado cerca de
una zona paradisíaca son más que suficientes.
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