Desde que Rodríguez Zapatero anunció que presentía que el fin de
ETA estaba próximo, la banda terrorista ha tomado un protagonismo
excesivo; más aún teniendo en cuenta que la premisa para iniciar
las negociaciones con el actual Gobierno no se han cumplido ni
existe fecha para cumplirse.
ETA no ha anunciado todavía una tregua indefinida. Todo sigue
igual, tal vez algo peor. Lo único que están consiguiendo Rodríguez
Zapatero y Rajoy, con tanto cruce de acusaciones, es generar más
confusión y tensión entre los ciudadanos. Si Zapatero está
negociando con ETA no será el primer presidente que lo haga; ya lo
intentó Aznar y no salió bien. La oposición y la sociedad saben que
algo se está cociendo en el Ejecutivo y tan sólo esperan que el
precio político que haya que pagar sea el más apropiado y
correcto.
Los últimos días han sido intensos en cuanto a contenidos
vinculados de alguna manera con ETA: las asociaciones de víctimas
del terrorismo se han visto enfrentadas por cuestión de cifras; la
Justicia ha retomado el macrojuicio contra más de 20 etarras, los
familiares de las víctimas se enfrentan por la muerte de un etarra
en la cárcel y Aznar reaparece hablando también de ETA.
Y todo ello en un panorama que, realmente, no ha cambiado mucho
en los últimos meses. La banda terrorista continúa exigiendo el
pago del «impuesto revolucionario» a los pequeños empresarios y
colocando pequeñas bombas en negocios privados, y, por el momento,
no ha dicho nada sobre una tregua indefinida. Que sepamos, ése es
el principio del fin. Sería conveniente retomar cierta calma
política y hablar sobre el posible fin de ETA cuando se pueda decir
que ha abandonado las armas. Mientras tanto, sobran tantas
acusaciones.
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