El último informe económico de La Caixa revela algunos datos muy
jugosos sobre la realidad de nuestras Islas, muy útiles a la hora
de desbrozar la paja del grano, ante tantas voces agoreras que
hablan de crisis, recesiones y demás desgracias año tras año.
Dejando de lado estas proclamas más políticas que realistas,
fijémonos en la estadística pura y dura, que es la que suele
retratar con más fidelidad las cosas, aunque ésta de La Caixa se
refiera únicamente al período que va entre 1997 y 2002.
Entre los datos más relevantes destaca la idea de que las
familias de Balears estamos entre las que más han visto crecer su
renta disponible en estos últimos años, lo que significa que
tenemos más dinero para gastar, o para ahorrar, es decir, que la
riqueza se está repartiendo un poco. A la vez, somos la comunidad
donde más ha bajado el paro y la que más ha visto crecer su
población inmigrante.
¿Significa todo ello que Balears va bien? Pues sí y no. Sin
duda, la abundancia de empleo atrae a miles de inmigrantes, que
lógicamente eligen como destino para ubicar su residencia las
regiones que más oportunidades pueden brindarles. Balears está a la
cabeza. Esta llegada masiva de nuevos habitantes debe tomarse, en
ese sentido, como algo positivo. Pero la segunda parte viene
después. Y dependerá de nosotros. Si hasta ahora la convivencia ha
sido modélica y podemos sentirnos orgullosos de ello, también hay
que admitir que las Islas están creciendo de forma descontrolada.
De hecho, siempre lo han hecho. Y de la capacidad que tengamos para
organizar sabiamente ese crecimiento dependerá que Balears siga a
la cabeza de muchos indicadores económicos y sociales o se
convierta en un ejemplo de desorden y desconcierto.
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