Un nuevo dato económico negativo. A pesar de que la sensación
general entre la ciudadanía es que las cosas no van mal, lo cierto
es que todos hemos sentido en nuestros bolsillos -especialmente
desde la implantación del euro- unas subidas de precios constantes
y considerables en toda clase de artículos y muchas veces,
injustificadas. Ahora el IPC refleja algo de ello. Si a nivel
europeo se considera óptima una subida de precios anual del dos por
ciento, en España llevamos ya el 2'7 en los últimos doce meses (en
Balears, algo menos, el 2'2 por ciento), una cifra que podría
elevarse todavía más si los precios del petróleo siguen su
escalada.
Hay que tener en cuenta que solamente este mes de abril el
Índice de Precios al Consumo se ha disparado un 1'4 por ciento (un
1 por ciento en Balears), lo que pone en un aprieto al nuevo equipo
económico del Gobierno Zapatero. Si a ello le añadimos que el
subidón de los carburantes suele repercutir en todos los productos
que precisan ser transportados, tendremos una subida aún mayor para
el mes próximo. Algo que nos afecta a todos, pues las subidas se
han registrado en bienes de primera necesidad, como alimentación,
vestido y calzado y carburantes.
Se rompe así la tendencia bajista de los últimos meses, pues una
de las prioridades del Gobierno de Aznar fue «hacer los deberes»
que manda Bruselas y uno de ellos es la contención de los precios.
Pedro Solbes, el nuevo titular de Economía, tendrá que tomar
apuntes y hacer lo propio. Porque un repunte puntual del IPC no es
preocupante, pero su mantenimiento repercute en la creación de
empleo, en los salarios, en una pérdida tangible de poder
adquisitivo y, a la postre, en el ritmo de crecimiento económico.
Casi nada.
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