El Índice de Precios al Consumo (IPC) creció en el pasado mes de
diciembre dos décimas y el interanual se situó en el 2,6 por ciento
a nivel estatal, registrándose un 2,3 por ciento en Balears, tres
décimas por debajo de la media nacional. El dato es considerado muy
positivo tanto por el Partido Popular como por el Gobierno. Y lo es
si tenemos en cuenta que el año 2002 fue especialmente malo, con un
IPC superior al cuatro por ciento. Sin embargo, sindicatos y
oposición han lanzado críticas al Ejecutivo de Aznar, ya que creen
que el Gobierno no ha hecho nada por controlar la evolución
económica. Y eso, también es cierto.
En estos momentos, la política monetaria es común en la zona
euro y los Gobiernos de cada Estado poco pueden hacer por ejercer
algún tipo de control sobre la misma. Sin este importante
instrumento el margen de maniobra es menor, pero quedan algunos
aspectos que deben ser objeto de análisis y de aplicación de
medidas concretas. Evidentemente, la fortaleza de la moneda única
repercute negativamente en nuestras exportaciones, por lo que para
hacer frente a la fuerte competencia de otros mercados es preciso
incidir sobre factores como la calidad. También es verdad que se ha
registrado una importante desaceleración del consumo privado, lo
que, sin duda, ha influido en un menor crecimiento de los precios.
Y, por otro lado, esa misma fortaleza del euro ha incidido de forma
notable en el control del precio de los carburantes y ha abaratado
las importaciones. Con todo, el dato es bueno siempre y cuando se
mantenga el crecimiento económico, pero no nos engañemos, hoy por
hoy, la economía es un entramado globalizado que depende de muchos
elementos, muchos de los cuales son ajenos a las políticas
nacionales concretas.
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