La ecotasa ya es historia. Aunque continuará cobrándose unos días más en los hoteles de Balears, el impuesto creado por el Govern de Antich fue derogado ayer por el Parlament. Era un trámite previsto, pero con una importante carga política. Por una parte, el PP cumple con su gran promesa electoral. Por otra, e Pacte se ve privado de su gran símbolo político.

Sería injusto atribuir a la ecotasa todos los males que padece actualmente el sector turístico. Cobrar un euro al día a cada huésped apenas ha podido retraer a los visitantes que vienen a Balears -el problema de la caída del turismo es más profundo y complejo-, aunque sí ha creado problemas de imagen por falta de información. Lo peor fue que la ecotasa se convirtió en una bandera política y, a la vez, en un arma arrojadiza. Consiguió unir a hoteleros y touroperadores en contra el Govern de Antich en una guerra abierta que se prolongó hasta el mismo día de las elecciones y que el PP supo aprovechar. Y ésa fue la peor cara de la ecotasa. Provocó división en la sociedad balear.

Una amplia mayoría veía con buenos ojos una medida a favor del medio ambiente, pero se asustó ante los malos presagios de la temporada turística. La ecotasa fue presentada como la culpable de todo lo negativo que podía venir. La sospecha de que el impuesto progresista podía poner en peligro la economía de muchísimas familias que viven del turismo actuó como una bomba de relojería que explotó el 25-M.

Si discutible era el sistema de gravamen -sólo en los hoteles- tampoco el momento parecía el más oportuno. La crisis económica provocada por los atentados del 11 de septiembre y la recesión alemana no fueron un argumento suficiente para que ePacte aparcase su proyecto. Por otro lado, si realmente la ecotasa era un invento tan bueno, también sorprende que nuestros competidores españoles no imitasen el proyecto dePacte. Catalunya, Canarias y Andalucía observaron la ecotasa con interés, pero ninguna de estas comunidades aprobó un tributo similar. La ecotasa ha sido, posiblemente, un experimento demasiado arriesgado.