Las principales ciudades del mundo se llenaron de gente con un clamor único y claro: ¡No a la guerra! y los partidos políticos se han lanzado rápidamente a hacer valoraciones de lo acontecido. Para Gaspar Llamazares, coordinador de Izquierda Unida (IU), las movilizaciones de este pasado fin de semana han sido un referéndum que ha dejado muy clara la posición del pueblo español, claramente contraria a la del Gobierno de Aznar. Para José Luis Rodríguez Zapatero el Ejecutivo debe replantear cuál es su posición y abandonar su 'servilismo' hacia George Bush. Frente a ello, el vicepresidente del Gobierno, Mariano Rajoy, como también hizo la ministra de Asuntos Exteriores, Ana de Palacio, manifestó que el Ejecutivo desea la paz, pero afirmó también que las resoluciones de la ONU deben cumplirse y que, para ello, en ocasiones es preciso mantener la presión.

Mientras, la OTAN se reunía ayer para limar asperezas y llegar a un acuerdo que permitiera la defensa de Turquía y, al mismo tiempo, ligar ésta con el proceso político y diplomático que se sigue en la ONU.

Visto lo expuesto, parece claro que la mayor parte de los ciudadanos de los países occidentales, incluyendo a muchos de los propios Estados Unidos, están contra cualquier enfrentamiento bélico y eso es sumamente positivo y razonable. Ahora bien, la comunidad internacional debe ser capaz de poner orden y conseguir que Sadam Husein facilite el trabajo de los inspectores y acabe con sus armas de destrucción masiva. Pero para ello es preciso también que EEUU modere sus postulados y eso sólo puede hacerse desde la serenidad y la unidad. Ahí es donde Europa debe jugar un papel fundamental, y es imprescindible que tanto Blair como Aznar hayan tomado buena nota de lo que quieren sus ciudadanos.