La Fiscalía del Tribunal Supremo ha solicitado que no se admita
a trámite la querella presentada por los socialistas y los
comunistas de Balears contra el ministro Matas, la diputada Estaràs
y algunos de sus colaboradores por supuesto delito electoral,
malversación de caudales públicos, falsedad documental y asociación
ilícita. Se trata de un informe no vinculante, pues la decisión
definitiva deberá tomarla la Sala de lo Penal del alto
tribunal.
El «caso Formentera» se mueve en dos planos que no deberían
sobreponerse: el político y el jurídico. Por lo que respecta al
aspecto político, ya se pronunció el Parlament balear, que condenó
la actuación de los populares tras la investigación realizada por
una comisión parlamentaria. Obviamente, se trataba de una decisión
política adoptada incluso antes de que la comisión iniciara sus
trabajos. Se impuso simplemente la aritmética de los votos.
En la vertiente estrictamente jurídica, las cosas pueden ser muy
distintas. Aquí debe imponerse el imperio de la ley a través de sus
tribunales. De momento, el fiscal del Tribunal Supremo ha sido
contundente: no ve indicios de delito por lo que se refiere a Jaume
Matas y Rosa Estaràs, aunque señala que la posible utilización de
viajes institucionales para fines partidistas podrá considerarse
estética e incluso éticamente reprochable, pero en modo alguno,
señala el Ministerio Público, puede constituir un delito electoral
ni un delito de malversación. A este respecto, no se puede olvidar
que todos los gobiernos gastan dinero público en actuaciones de las
que esperan obtener réditos políticos. La frontera que separa lo
ética y estéticamente correcto de lo que no lo es no es fácilmente
trazable. En consecuencia, se podrán criticar algunas acciones,
pero conseguir una sentencia condenatoria es tarea harto
difícil.
Para muchos juristas el dictamen del fiscal no ha representado
sorpresa alguna por la dificultad de probar un delito electoral. No
bastan las conjeturas, hay que contar con indicios suficientes.
Probablemente, hasta los querellantes sabían que jurídicamente el
caso era poco consistente. Otra cosa es el sacarle al asunto el
máximo rendimiento político.
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