La terrible situación desatada tras los atentados terroristas del once de septiembre podría derivar en algo positivo, aunque parezca difícil de creer. En Europa, ahora mismo, se está negociando la redacción de una lista que incluya organizaciones, personas y grupos terroristas para poder perseguirlos, desde el punto de vista policial, pero también social y económico. Pero, aunque también resulte increíble, no será fácil de consensuar, porque cada país propone nombres para el listado y algunas naciones han expresado ya sus reservas.

Se espera, pese a ello, que la lista quede aprobada antes de fin de año, cuando Bélgica pasará la presidencia de la UE a España, uno de los países más interesados en sacar adelante el proyecto.

Una vez conseguido, se unirá a las medidas ya adoptadas para luchar contra el terror organizado. Pero la normativa impide que, de inmediato, se puedan congelar los fondos de esas personas y entidades relacionadas con el terrorismo, lo que constituirá una asignatura pendiente para la presidencia española, que tendrá que promover mecanismos comunitarios que permitan ejercer esa labor.

Europa, que ha sufrido terribles golpes de dolor en los últimos cuarenta años de la mano de diversos grupos terroristas y que aún los padece en ciertos países, debería manejar con mano de hierro un asunto que, hoy por hoy, todo el mundo considera inadmisible. Sin embargo, quimeras como las que perseguía el IRA o ETA siguen siendo apoyadas por muchos ciudadanos, y son muchos también "demasiados" los que justifican los medios violentos que emplean para hacerlas realidad. Ya es hora, pues, de que la Europa unida que tenemos plante cara al miedo y adopte las decisiones necesarias para combatirlo.