El Banco de España en su Memoria del Servicio de Reclamaciones pasa revista a una serie de actuaciones de Bancos y Cajas de Ahorros que sutilmente define como «viciosas», sin llegar tan lejos como las asociaciones de consumidores y usuarios que, directamente, prefieren tildarlas de «malas prácticas». Hacer inventario completo de las mismas resultaría farragoso y hasta cierto punto ocioso, admitido que el ciudadano al sufrirlas en su propio bolsillo está sobradamente al corriente de las mismas, por lo que nos limitaremos a referirnos a las más comunes. Pero antes de ello queremos dejar bien sentado un hecho: si estas prácticas, viciosas o malas, se producen, es debido precisamente a la ambigüedad de un Banco de España que «todavía» no se ha pronunciado con claridad sobre ellas. Nos parece muy bien que el Banco de España incluya en una Memoria del servicio correspondiente aquellas prácticas bancarias que merecen el rechazo del ciudadano, pero aún nos parecería muchísimo mejor que pusiera coto a las mismas reconocida la autoridad que en la mayoría de supuestos posee para ello. No se trata aquí de centralizar las quejas más habituales en una u otra entidad bancaria. No obstante, a nadie se le puede escapar que tras la moderna estrategia de las fusiones, dos grandes entidades financieras se imponen en el panorama español, hasta el punto de que sus beneficios conjuntos a lo largo del pasado año superan los 750.000 millones de pesetas. Al ser sobradamente conocidas no importa decir sus nombres, como tampoco importaría advertir que, lógicamente, son objeto de la mayor parte de críticas y quejas. Debido en buena medida a que algunas de esas malas prácticas a las que nos referíamos, proceden directamente del proceso de fusión. Sería el caso de aquellas a las que se enfrenta un usuario que, teniendo abierta cuenta corriente en las dos entidades de origen y habiendo cancelado una de ellas después de la fusión, se encuentra con el hecho de que el Banco le sigue cobrando las comisiones de mantenimiento en una cuenta que ha quedado a cero. Por lo demás, los costes de las hipotecas, o el cobro de comisiones, nuclean buena parte de esas quejas de las que, insistimos, no vamos a pasar inventario. En lo que sí queremos abundar es en la necesidad de que el Banco de España tome de una vez cartas en el asunto, a fin de que el usuario no se lleve esas indeseables «sorpresas» que tantas veces le amargan el día tras su visita al banco.