Mal se pinta el futuro en Israel tras la rotunda victoria de Ariel Sharon, un personaje siniestro, responsable de la vergonzosa matanza de niños y mujeres refugiados en Shabra y Shatila, que horrorizó al mundo entero, de la invasión del Líbano en 1982, e impulsor de los asentamientos judíos en Cisjordania y Gaza. Para muchos es, además, un terrorista convertido en político. Su dureza para con el «problema palestino» es bien conocida. Durante la campaña electoral que le ha llevado con honores a convertirse en primer ministro israelí ha echado piedra tras piedra sobre el tejado de las negociaciones de paz, aunque ha admitido que sería capaz de hacer «dolorosas concesiones» con tal de mantener viva la esperanza de un arreglo. Lo grotesco es que para él, militar de carrera, esas concesiones son simplemente renunciar a la reconquista de los territorios que ya pertenecen al pueblo palestino.
Editorial
Malas noticias para Israel
08/02/01 0:00
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