La Unión de Consumidores de España (UCE) ha solicitado que las rebajas de invierno comiencen el 1 de enero a pesar de que el calendario establecido sitúa este periodo después de la festividad de Reyes. Esta asociación de defensa del consumidor argumenta que con ello se lograría aliviar a las familias de una carga suplementaria después de que la tradición navideña les haya puesto en el compromiso de un dispendio extraordinario. De acuerdo con su punto de vista, la solicitud tiene lógica aplastante: de comenzar a partir del día de Año Nuevo, como se propone, al día siguiente al 6 de enero dista una buena cantidad de dinero, que puede ser vital para hacer más llevadera la cuesta de enero. En un periodo de tiempo socialmente semifestivo, en el que tenemos más tiempo para nuestros quehaceres más personales, los comerciantes deberían tener en cuenta que finiquitadas las fiestas, la normalidad vuelve como una gran carga y nos pone a todos frente al siguiente ejercicio. No es el momento de perder más tiempo después de más de dos semanas casi anárquicas, por lo que no ayudaremos en demasía a las ventas, como se ha comprobado año tras año en las Pitiüses, donde las rebajas tienen un éxito relativo. El Govern balear, que cada vez que se enfrenta a poner orden en el sector se acaba atragantando de los dos grandes sectores "grandes superficies y pequeño comercio", ha decidido ser conservador: el siguiente día laborable después de Reyes. En comunidades autónomas de distinto pelaje político como Madrid o Extremadura han decidido ser más europeos y permiten que desde el día 1 los comercios puedan colgar sus carteles de «rebajas». Luego, para estimular las ventas, serán los propietarios los que decidan la cuantía y el periodo al que las quieren limitar. Se trata de su supervivencia, y en cierto sentido también de la nuestra.