El ministro de Medio Ambiente, Jaume Matas, ha coincidido con su
rival en las urnas, Francesc Antich, con motivo de la inauguración
de la séptima línea de la desaladora de Palma. A nadie se le oculta
que las relaciones entre ambos políticos no pueden ser calificadas
precisamente de cordiales.
Nadie puede exigirles que sean amigos, pero lo que está
preocupando a la opinión pública es que por falta de sintonía
personal se posponga la solución a los graves problemas de agua que
está sufriendo nuestra Comunitat. A la ciudadanía le urge que se
solucionen los problemas y no entiende esta «guerra del agua» entre
los políticos del PP y los del Pacte de Progrés, con desaladoras
fijas financiadas por el Gobierno central y desaladoras móviles
financiadas por el Govern autonómico. Cada uno por su lado.
Frente a esta falta de entendimiento hay que reclamar que se
adopten las soluciones más eficaces sin caer en dogmatismos de uno
u otro color. Y trasladar a los ciudadanos un mensaje coherente y
claro que aúne las fuerzas de todas las administraciones. Mientras
continúan las declaraciones contradictorias, mientras Matas afirma
que la consellera Rosselló ha rechazado que el Gobierno central
invierta 48.000 millones de pesetas en nuevas desaladoras en
Balears y la consellera desmiente al ministro, sigue sin llover y
los embalses de Mallorca se encuentran a un ocho por ciento de su
capacidad, es decir, sin apenas una gota de agua aprovechable.
Balears ya no quiere más «operaciones barco» ni soluciones
provisionales. Quiere y exige eficacia en la resolución del
acuciante problema que padecemos y de modo consensuado. No se trata
de imponer una solución, ni de que se humille a nadie. Sería
lamentable que Balears dejara de recibir tan cuantiosa aportación
del Estado por viejas rencillas personales o por un pulso de fuerza
entre unos u otros. Se impone el sentido común y poner a Balears
por encima de todo.
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