La decisión adoptada por el Gobierno por lo que respecta a las liberalizaciones era esperada y había sido ya anunciada. Algunas de las medidas liberalizadoras pueden tener efectos positivos para los ciudadanos, como en el caso de la tarifa plana para Internet o el de los libros de texto. Aunque esto habrá que verlo en un futuro inmediato.

Pero, por otra parte, la polémica está servida con la ampliación de los días festivos en los que podrán abrir los comercios, decisión que choca frontalmente con la postura del Govern balear en este asunto, mucho más restrictiva. Esto propicia una vez más el enfrentamiento entre el pequeño comercio y las grandes superficies, las grandes beneficiadas por esta medida según los primeros.

Cierto es que la competitividad y unos horarios más amplios pueden beneficiar a los consumidores, pero tampoco puede perderse de vista que el pequeño negocio, en especial el familiar, se enfrenta a una dificultad añadida si quiere abrir todo el tiempo que permite la nueva normativa. Y es que para ello sólo tienen la opción de contratar más personal o prescindir de buena parte de su tiempo libre.

Por su parte, las grandes superficies creen que la medida favorece a los consumidores, en especial a los que carecen de tiempo durante el resto de la semana, y que la medida ayudará a la creación de nuevos puestos de trabajo para cubrir las necesidades de esa ampliación de los horarios de apertura.

En esta espinosa cuestión es preciso y absolutamente necesario que se actúe con cordura, con moderación y escuchando a todas las partes. Sin duda, los consumidores quieren tener los mejores servicios y eso puede hacerse desde el acuerdo entre unos y otros.