El jueves saltaba a la luz pública la noticia científica más
apabullante de los últimos años: una empresa privada anunciaba que
ha logrado identificar cada una de las «letras químicas» que
conforman los cien mil genes de un ser humano. Dicho así, no parece
gran cosa precisamente porque el gran público continúa siendo ajeno
a una terminología y a una especialidad "la genética" que en los
próximos años serán tan cotidianas como hoy lo es la medicina.
Y justamente el «paso de gigante» de estos investigadores
americanos tendrá su principal aplicación en mejorar la calidad de
vida de las personas con la detección, diagnóstico y tratamiento
personalizado de las enfermedades más graves que hoy conocemos,
creando una «medicina a la carta» que no conseguirá la inmortalidad
del ser humano pero sí una revolución en el ámbito de la salud.
El problema es que el hallazgo anunciado el jueves sólo es el
primer paso, pues los tres mil millones de bases químicas de ADN
identificados en los laboratorios de Maryland deberán ahora ser
ensamblados hasta formar un puzzle que sí aporte respuestas a
nuestros grandes interrogantes. De hecho, en la actualidad los
científicos ignoran para qué sirve el 85 por ciento de los genes
humanos, y ésa será la verdadera guerra que tendrá que librar el
mundo de la ciencia tras la batalla ganada esta semana. Aunque no
todo son parabienes.
En principio, el descubrimiento supone una enorme alegría para
todos, pero no carece de «peros» éticos o morales. Primero, que los
autores pertecenen a una empresa privada y como tal podrían
apoderarse de los inmensos beneficios que se derivaran del
hallazgo; y segundo, que, en el futuro, conocer el mapa genético
exacto de cada ser humano podría servir para llevar a cabo una
discriminación social o laboral de aquéllos que nazcan condenados a
ciertas enfermedades o taras.
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Periódico de Ibiza y Formentera
De momento no hay comentarios.