Después de tres meses y medio de sesiones y tras al paso por la Audiencia Nacional de más de cien testimonios seguidos de cerca por todos los medios de comunicación, ayer quedó visto para sentencia el juicio por el secuestro y asesinato de José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala, que trataba de aclarar las circunstancias en que desaparecieron y murieron a manos de la banda terrorista GAL dos jóvenes vascos presuntamente vinculados a ETA.

Durante la última sesión del maratoniano juicio los principales acusados aprovecharon el derecho a pronunciar unas palabras para proclamar una vez más su inocencia y su indignación por cómo han sido tratados. Paradójicamente, lo mismo el fiscal que la acusación particular, tras escuchar el testimonio de un centenar de testigos relacionados con el caso, decidieron aumentar la petición de penas para algunos procesados, de forma que los más destacados "Galindo, Elgorriaga, Vaquero, Dorado y Bayo" se enfrentarían hasta a 124 años de prisión.

Lo cierto es que ha sido uno de los procesos del siglo, por lo largo y complicado de las 53 sesiones que ha vivido y que, incluso, ha contado con la muerte en directo de uno de los testigos, víctima de un infarto, amén de muchísimas anécdotas de uno y otro cariz.

Ahora sólo queda esperar. Previsiblemente la sentencia se conocerá en menos de dos meses, pues es entonces cuando termina el plazo legal de prisión preventiva en la que se encuentran algunos de los acusados. Será en ese momento cuando sabremos cuánto de verdad o cuánto de teatro ha habido en las encendidas declaraciones de inocencia de unos personajes "políticos y funcionarios públicos" acusados de delitos tan graves como son la tortura, el secuestro y el asesinato.