Que las Illes Balears se están convirtiendo en una inmensa urbanización es algo que no se le escapa a nadie. Basta recorrer cualquier carretera o camino para descubrir que, en vez de árboles, crecen grúas por doquier.

La costa, vista desde el mar, se presenta como un puñado de edificios abigarrados sobre la playa y desde hace unos años el suelo rústico se está viendo invadido por chalets, casas de fin de semana y urbanizaciones de adosados y pareados. Este hecho, que a casi todos indigna, responde sin embargo a un deseo nacido exclusivamente de la ciudadanía. Mientras la economía ha sido regular, los residentes en estas islas se han conformado con comprarse el pisito pequeño en una barriada o en uno de esos polígonos surgidos al albor de la inmigración masiva de los años sesenta y setenta. Pero ahora las cosas han cambiado. Nuestra comunidad es una de las más ricas de Europa, el paro está a niveles históricamente bajos y todos quieren mejorar su calidad de vida, bien yéndose a vivir a casas más modernas, o bien comprando una segunda residencia junto al mar o en el campo.

Eso no tendría nada de negativo si no implicase la destrucción de territorio. Las continuas urbanizaciones nacen arrasando bellos parajes. ¿Hasta dónde queremos llegar? Una vez paralizada la creación de urbanizaciones, el problema radica en el llamado suelo urbano, que se extiende mucho más allá de lo imaginable. El Govern se ha propuesto buscar soluciones y, si bien en el ámbito rústico lo tiene más fácil, en suelo urbano parece casi imposible. El problema viene de atrás y si anteriores gobiernos municipales han permitido ampliar casi al infinito el suelo urbanizable, parece que poco se puede hacer ahora. Chocan dos intereses contrapuestos: los derechos de propietarios y constructores y el deseo de muchísimos ciudadanos de poner freno a tan imparable expansión del cemento. Serán necesarias muchas dosis de seny para lograr una solución que satisfaga si no a todos, sí a la mayoría, con la vista puesta en las Islas que dejaremos a las generaciones posteriores.