La imposición de la Medalla de Plata del Consell Insular a Ernesto Ramón Fajarnés supone un reconocimiento explícito a una figura sin la cual el sector turístico de Eivissa sería muy diferente de lo que es. La consellera de Cultura de la institución, Fanny Tur, fue ayer la encargada de dar volumen al extensísimo curriculum de una persona que ha sido una referencia fundamental en la historia reciente de las Pitiüses, pero podría haber sido cualquier otro porque la decisión de conceder al profesor la distinción fue aprobada de forma unánime por todas las fuerzas políticas, como seguro que ahora lo es por los que hayan tenido que tratar con él. El repaso a su figura puede ser extenso. Por lo pronto, hay que recordar, y desde aquí queremos enfatizarlo, que su impulso a la profesionalización del mundo turístico es incalculable. Desde la Escuela de Turismo de Eivissa, que él ayudó a establecer, ha dado paso a varias generaciones de profesionales que ahora ejercen su labor sobre unas bases mucho más importantes que las estrictamente mercantiles, como ayer dejó en evidencia en su discurso Fanny Tur. En los estudiantes de varias promociones y en sus propios colegas ha de perdurar el respeto por todo lo que rodea a la industria turística (el medio ambiente y el factor humano, entre otros), en realidad lo que convierte a este sector en algo que genera un placer adictivo en aquel que lo demanda y que, al mismo tiempo, como ha demostrado él en su vida, sirve para dignificar nuestra propia sociedad. Es el espíritu que trató de difundir desde la tribuna que supone la presidencia de Fomento del Turismo, que impulsó y transformó en foro de reflexión y seguimiento de la marcha de la industria, al tiempo que le imprimió un carácter más humano, hasta hacer que no desmereciera de su personal faceta solidaria. Un ejemplo a superar, si se puede.