La clase política no deja de sorprendernos. Ahora con la noticia, no se sabe si dramática o risible, de que los socialistas de Balears acusan al Partido Popular de robarles documentación interna del Govern durante su tramitación en el Parlament. El ambiente político balear, que ya desde que los progresistas consiguieron alcanzar el poder era ciertamente turbulento, empieza ahora a tomar visos de vodevil, con tramas de espionaje incluidas.

Tal vez la cosa sea tan seria como la plantea el PSOE, pero de entrada la situación parece rocambolesca. La documentación confidencial hacía referencia a los Presupuestos para la Comunitat del año próximo y la presunta responsable del «robo o hurto» es la ex consellera Rosa Estaràs, según las acusaciones del socialista Andreu Crespí. La diputada popular, como es natural, ha negado que se dedique a esas estratagemas para ejercer su papel de opositora. Pero los socialistas no se quedan contentos con denunciar el hecho y reclaman a los máximos responsables del Parlament que inicien una investigación destinada a clarificar el asunto y recomiendan que se llegue hasta la jurisdicción competente.

Esto es quizá lo más curioso del caso. Si la sospecha fuera tan seria como pretenden, los mismos socialistas tendrían que haberla presentado ante los juzgados para que la investigación se llevara a término desde esa instancia. Lo más probable, a la vista de lo que hay, es que la investigación que realice el Parlament acabe sin pena ni gloria y el asunto, que ahora ocupa páginas de prensa, caiga en el cajón de los olvidos.

Con problemas como los que soporta esta Comunitat, sus máximos dirigentes tienen ocupación más que de sobra para entretenerse en lugar de dedicarse a jugar a los espías en la Cámara autonómica.