Entre los muchos aspectos positivos que puede haber tenido la evolución del denominado «caso Pinochet», no es posiblemente de los menores el que se haya puesto de relieve la complicidad internacional de la que se benefició el golpista régimen chileno para sacar adelante su terrible proyecto. Tanto en el continente sudamericano como, lo que es mucho más grave, en el norteamericano -supuesto garante de la democracia y las libertades en el mundo occidental- el levantamiento militar en Chile que acabó con un Gobierno constitucional legítimamente elegido por el pueblo, y la política de liquidación de la oposición a la dictadura, contó con apoyos sin los cuales la empresa hubiera resultado imposible. Por ceñirnos a la cuestión a nuestro juicio más relevante, hemos de referirnos a esa complicidad de Washington, a través de la CIA, en los crímenes y alteraciones de la legalidad perpetrados por el régimen del general Pinochet. Fue éste un asunto repetidamente denunciado en su momento por los demócratas del mundo entero a los que muchas veces la derecha más reaccionaria tachó de «progres» -término despectivo que hoy lamentablemente vuelve a utilizarse- iluminados y semiparanoicos. A finales de los 70 y los 80, el censusar la perniciosa política exterior norteamericana equivalía a que le colgaran a uno el cartel de iluso antinorteamericano por sistema. Desgraciadamente, los informes recientemente hechos públicos por el Departamento de Estado norteamericano, basados en la desclasificación de un importante número de documentos, no dejan lugar a dudas en lo concerniente a la razón de quienes denunciaban la deplorable actitud de Washington y la patética complicidad de aquéllos otros que intentaban encubrir esa criminal e irresponsable actitud. Queda hoy claro ante el mundo que los Estados Unidos de América no sólo contribuyeron a la planificación del golpe de Estado que el 11 de septiembre de 1973 acabó con el Gobierno de la Unión Popular presidido por Salvador Allende, sino que posteriormente ayudaron a la política de exterminio puesta en práctica por los militares golpistas. Y es ésa una lección que, con vistas al futuro, deberá tenerse en cuenta.