El lamentable caso de los fondos reservados del Ministerio del
Interior en la época socialista ha dado un nuevo salto cualitativo
y cuantitativo con la publicación de las conclusiones del fiscal
que lleva el asunto.
Aunque se trata de un tema conocido protagonizado también por
viejos conocidos, ahora se ha cuantificado la malversación
presuntamente llevada a cabo por los ex ministros José Luis
Corcuera y José Barrionuevo y el ex secretario de Estado Rafael
Vera en nada menos que mil millones de pesetas. Está claro que,
puestos a la faena, los tres amigos se afanaron bien y en los años
que permanecieron al frente de la tarea más ingrata del Gobierno
"la lucha contra la delincuencia y el terrorismo" se procuraron una
espléndida tajada para el futuro convirtiéndose ellos también en
delincuentes.
Lo que ocurre es que, si se cumplen las peticiones del fiscal,
el futuro de estos señores está en la cárcel y después de haber
indemnizado al Estado por todo aquello que se llevaron a sus
bolsillos en lugar de dedicarlo a la seguridad del país, como
estaba previsto.
Pero eso no es todo. En este laberinto de acusaciones y defensas
poco convincentes, a alguien se le ha ido la mano acusando también
de desvío de fondos reservados a la Casa Real. Una maniobra poco
ética y menos estética que lo único que ha conseguido es que
Zarzuela justifique con recibos todos los gastos derivados de su
seguridad y que toda la clase política "y, seguramente, la
ciudadanía" se apiñe en torno a la intachable conducta de la Casa
del Rey.
Algo que nunca podrá ocurrir con los tres acusados de
malversación y sustracción de caudales públicos, con los que se
dedicaron a comprar fincas y joyas suntuosas. Todavía está por
celebrarse el juicio y esta vez esperemos que la sentencia sea
contundente y ejemplar.
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