Recuperados ya del largo paréntesis veraniego, en la recta final de
las autonómicas catalanas y a poco más de cinco meses de las
elecciones generales, el río político empieza ya a bajar con las
aguas revueltas.
El alboroto que se ha organizado en León y las acusaciones
mutuas entre nacionalistas, socialistas y populares en Cataluña,
donde no faltan las referencias al Pacte de Progrés de Balears, no
hacen sino remover unas aguas ya de por sí bastante turbias.
Vayamos por partes. La promesa del PP de invertir 230.000 millones
en León a cambio de lograr el apoyo de los regionalistas para
mantener la Alcaldía de aquella capital ha levantado ampollas
incluso en municipios castellano-leoneses gobernados por el PP. La
operación no es nueva. El PP ya la intentó en Balears hace unos
meses para evitar que el PP dejase de gobernar esta Comunitat, pero
la propuesta multimillonaria del PP fue rechazada por Unió
Mallorquina. ¿Es legítimo utilizar dinero del Estado para asuntos
de partido? Evidentemente, no, pero no es menos cierto que en el
juego político entre el Gobierno central y los autonómicos es
razonable intentar conseguir las mayores inversiones, y no cabe
duda de que en la voluntad o no de destinar más o menos fondos a
una comunidad influye tanto la ideología de cada una de las partes
como la fuerza que pueda esgrimir cada autonomía al plantear sus
reivindicaciones. ¿Ha sido acertada para León la decisión de Unión
del Pueblo Leonés? ¿Se equivocó Unió Mallorquina? Nos falta aún
perspectiva para averiguarlo. El Pacte de Progrés, tan criticado
por Aznar, que no cesa de acusar al PSOE por «pactar con quien no
se debe pactar nunca», aún no ha alcanzado sus primeros cien días.
No han faltado, obviamente, los errores propios de principiantes,
pero aquéllos que vaticinaban situaciones catastróficas han errado
su pronóstico. Se ha producido un relevo con toda normalidad,
asumido plenamente por la sociedad balear, que ya ha podido
apreciar que los nuevos gobernantes empiezan a afrontar los
problemas con la dosis adecuada de pragmatismo, dejando en el
camino las soluciones imposibles.
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