Un total de 28 personas han muerto ahogadas en las playas de Formentera en los últimos doce años. La cifra es más que una fría estadística no sólo porque se refiere a vidas humanas sino también porque es público que ha pasado todo este tiempo sin que se hayan tomado las medidas necesarias que marca la ley para velar por la seguridad de los bañistas. No ha habido un solo verano -a excepción de 1995- en que no haya habido que lamentar una nueva víctima. La propia Asociación de Vecinos de la Isla de Formentera (AVIF) levantó el año pasado su voz para quejarse de la situación de inseguridad que existe en las playas, nada más producirse el primer ahogado de esta temporada que, luego, fue el único. Este año, sin que se haya levantado ninguna voz, han muerto cinco turistas y aún queda septiembre y octubre. En este último mes han muerto diez personas en doce años.

Representantes de la nueva corporación municipal han anunciado ya que se van a tomar las primeras medidas para subsanar las carencias que existen.
Apenas hay socorristas, casi ninguna playa cuenta con banderas de señalización, a excepción de las que ponen los propios establecimientos turísticos, la información que reciben los turistas es pobre y no existe por ahora ninguna base para que puedan operar embarcaciones de salvamento. Cruz Roja, entidad siempre dispuesta a colaborar y ayudar en todo lo posible, no recibió este año a tiempo una solicitud de cobertura por parte del Ayuntamiento para que cubriera sus playas. Esta institución, además, ha reclamado desde hace años colaboración para potenciar sus medios en la isla.

Todo ello ocurre en una isla cuyo principal atractivo turístico son precisamente sus playas. Es obvio que sería incompresible que esta situación volviera a repetirse el próximo verano.