El atraco que tuvo lugar días atrás en el aeropuerto de Málaga pone de relieve la no más que relativa utilidad de las medidas de seguridad que se adoptan en este tipo de instalaciones. Y es doblemente lamentable que así sea, reconocida la incomodidad que acostumbran a causar en el usuario la mayoría de estas medidas. Ineficaces, además de incómodas, así podrían definirse un conjunto de supuestas estrategias de seguridad que, como se ha comprobado, no son excesivamente dignas de tal denominación. Y aquí no valen explicaciones tan superficiales y obvias como las facilitadas por el ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja, quien en un auténtico alarde de perogrullez y presumiblemente abrumado por la magnitud del suceso "el botín de los atracadores asciende a 573 millones" tuvo la ocurrencia de decir que se trataba posiblemente de «una banda de profesionales».
Editorial
Seguridad en los aeropuertos
03/09/99 0:00
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