No habrá golf en Cala d'Hort. O esto es, al menos, lo que garantiza la orden dictada ayer por la consellera de Medi Ambient del Govern balear, la «verde» Margalida Rosselló, quien a instancias del Consell Insular d'Eivissa i Formentera ha paralizado las obras del golf. Pilar Costa ni tan sólo ha tenido tiempo de acostumbrarse a su sillón presidencial en la máxima institución pitiusa y ya ha tenido que lidiar con uno de los «huesos» que, sin lugar a duda, seguirá dando mucho que hablar en los próximos tiempos.

Con esta actuación, el Pacte Progressista ha cumplido una de sus principales promesas electorales a los tres días de instalarse en el Consell Insular. Los votantes de la izquierda aplaudirán, sin lugar a dudas, esta rápida actuación. Pero, ¿qué pasará después? El anuncio por parte del Govern de que protegerá Cala d'Hort antes de un año es sólo una nueva entrega de un «culebrón» que ya lleva diez años coleando. Parece inevitable que serán de nuevo los tribunales quienes tendrán la última palabra. Porque más allá de las buenas intenciones ecologistas y políticas existe una promotora -ahora dos- que es propietaria de los terrenos y de varias licencias que le permitían llevar adelante su proyecto. Una empresa que tiene derechos adquiridos sobre Cala d'Hort y que querrá hacerlos respetar. O cobrar indemnizaciones millonarias, en su defecto. Mientras, son ya varios los recursos que se acumulan en los tribunales contra este proyecto, todos todavía sin resolver; a los que no cabe duda que en los próximos días se sumará uno de la promotora del golf. Los ecologistas han ganado el apoyo popular -11.000 personas manifestándose contra el proyecto- y el de los políticos que ahora gobiernan, pero la última batalla se librará, una vez más, en los tribunales.