La patronal de la hostelería balear calcula que, hasta el mes de
septiembre, la planta de alojamiento de las Islas mantendrá una
ocupación media del 95 por ciento. Pero asegura que este alto
número de turistas no provocará el temido overbooking, debido a la
buena organización de los hoteleros y al gran nivel de colaboración
para evitar la sobreocupación que tantos problemas acarrea y que
tanta mala imagen da en nuestros mercados turísticos europeos.
Dos buenas noticias, por tanto: la excelente ocupación y la
ausencia de problemas. Aunque, consiguientemente, supone que no se
consigue erradicar la estacionalidad porque, en lugar de alargar la
alta temporada en sus extremos, se vuelve a concentrar todas las
operaciones en estos dos meses de sobrecarga.
Porque, aún no sobrepasando el límite de los alojamientos, esta
concentración significa graves impedimentos para el buen desarrollo
de la temporada en otros aspectos. Por ejemplo, el aeropuerto de
Son Sant Joan que se congestiona, tanto en las operaciones de
despegue y aterrizaje, como en las de recepción y despacho de
pasajeros y equipajes.
Reconozcamos que, aunque el aeropuerto sea un mastodóntico
complejo, en las fechas punta registra congestiones problemáticas.
Testimoniemos la evidencia de que las carreteras, especialmente las
mallorquinas, están al límite y próximas también a la saturación. Y
constatemos que el turismo que recibimos en julio y agosto, a pesar
de los esfuerzos para aumentar la calidad y el precio de los
paquetes turísticos, es el peor de todo el año. La oferta
complementaria de cierta calidad se resiente y prefiere las
temporadas intermedias. De manera que la buena noticia también
tiene connotaciones negativas que han de mejorar.
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