El debate sobre el Estado de la Nación se celebra una vez a la año
y, aunque es un acontecimiento que no suele despertar demasiado
interés entre la ciudadanía común, sí es cierto que a los políticos
y a los analistas les sirve como termómetro para valorar el pulso
de la vida pública de este país. Por eso es importante echar un
vistazo a lo que se cuece en estos largos debates en el Parlamento
de la nación, aunque sólo sea para sacar algunas conclusiones que
nos aclaren el estado de salud política de quienes nos gobiernan.
El de este año es un debate marcado por los sorprendentes
resultados de las últimas elecciones, todavía calientes en la mente
de los políticos. La remontada del PSOE "que nadie había sabido
pronosticar" y la pérdida de las mayorías absolutas del Partido
Popular en más sitios de los que quisieran son dos argumentos que
no pueden dejarse de lado. Pero eso no es todo. También tenemos "y
los ojos de todos los analistas políticos del país están ahí
fijados" el controvertido asunto del candidato a la Moncloa por
parte del Partido Socialista, tras la renuncia de Josep
Borrell.
Joaquín Almunia, que perdió las «primarias» de su partido, acaba
de subir ahora un peldaño "y muy importante" en su carrera hacia la
Presidencia del Gobierno, si es que las urnas así lo quieren. El
caso es que su actuación en el debate, enfrentándose al presidente
José María Aznar, ha sido espléndida y eso quizá le convierta en un
personaje a tener en cuenta a la hora de decidir qué rostro
presenta el PSOE a las próximas elecciones generales.
Tampoco Aznar se quedó atrás, aunque en algunos momentos quedó
deslumbrado por la potencia de Almunia. Seguramente el próximo
duelo electoral está servido.
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