La guerra en uno de los puntos más cercanos al corazón de Europa
no ha afectado a la moral del Banco Central Europeo ni le ha hecho
temblar la mano a su presidente, Wim Duisemberg, al tomar la
decisión de rebajar el tipo de interés nada menos que en tres
cuartos de punto, lo que es un acontecimiento relevante si se tiene
en cuenta que esta bajada representa una buena parte del tipo
anterior.
Ésta es la primera vez que el Bundesbank cede la iniciativa al
BCE, aunque esta decisión tiene mucho que ver con la economía
alemana, que necesita un precio del dinero muy asequible para
terminar la reconstrucción tras la unificación de las ex RDA y RFA
que ha supuesto un enorme coste para la economía de la nueva
Alemania, empeñada en revitalizar su economía.
Cosa nada fácil porque ya le ha costado el puesto y puede que su
carrera política a Oskar Lafontaine, quien ha pasado de aspirante a
la cancillería a retirado tras su polémico paso por el Ministerio
de Finanzas. Su marcha originó una reacción positiva en el sector
financiero y empresarial alemán y una subida en la bolsa, sin
repercusiones negativas posteriores.
Ahora, con la entrada en el euro y con el BCE diseñando la
política monetaria, esta bajada del tipo de interés tendrá
desiguales consecuencias en los distintos países del euro, cuya
salud económica, en general, es tan buena que el conflicto armado
en Yugoslavia no ha tenido la menor incidencia negativa. Ahora,
este descenso del tipo de interés confirma esta bonzana.
Y ha de servir para algunas consecuencias positivas como generar
empleo, crecer económicamente, intentar una rebaja de la inflación
y reestructurar la economía particular de cada país bien situado en
el mercado del euro y la general de la UE.
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