Muchas incertidumbres ante la política de aranceles de Trump

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La caída en picado de las principales Bolsas, incluida la española, como respuesta a los salvajes aranceles impuestos por el presidente estadounidense Donald Trump al mundo son solo un anticipo de lo que podría estar por venir si la Casa Blanca insiste en aplicar su política ultra proteccionista contra los que antes habían sido sus socios y aliados, como la Unión Europea o Canadá, y contra sus tradicionales enemigos comerciales, como China y los países asiáticos. De hecho, el fantasma de la recesión planea sobre los mercados internacionales, con unas consecuencias que afectarían a millones de hogares, incluidos los de Balears. El ‘Día de la liberación’ anunciado por Trump ha sido, en realidad, un castigo sin precedentes en forma de impuestos y aranceles. Parece, visto desde fuera, que el máximo mandatario del país más poderoso del mundo aborda la cuestión comercial con una frivolidad que asusta. Trump se queja de que la mayoría de países se «aprovecha» de Estados Unidos, y que esa tendencia iniciada con el final de la Segunda Guerra Mundial, hace ochenta años, debe acabarse. Sin embargo, es una afirmación falsa o desproporcionada. El libre comercio es la clave de una economía justa.

América primero

Es cierto que la acometida económica de Trump no debería haber cogido a nadie por sorpresa, porque en su programa electoral, que fue votado masivamente, abogada por su lema: América primero. Y ya anunciaba que la relación comercial con el resto del mundo iba a cambiar. No sabíamos, sin embargo, que el giro sería tan drástico. Y contundente.

Pérdida de confianza

Las medidas de Trump, con todo, generan un clima de desconfianza que no favorecen en absoluto las actividades mercantiles. Es lícito que un presidente intente equilibrar la balanza comercial de su país, pero no a costa de hundir economías pequeñas y vulnerables y golpear el bolsillo del pequeño consumidor.