Más de seis años después de la llegada a la presidencia del Gobierno de Pedro Sánchez se ha alcanzado un acuerdo con los independentistas de Bildu para modificar la conocida como ‘ley mordaza’. En primer lugar, se acuerda modificar la norma para acabar con las sanciones injustificadas o basadas en interpretaciones subjetivas. Para ello, ahora serán considerados infracciones «los insultos o injurias» dirigidos a miembros de las fuerzas de seguridad en lugar de la definición anterior de «faltas de respeto y consideración», mucho más amplia y abierta a la interpretación.

Sancionable.
Otra de las modificaciones acordadas este jueves es la transformación de infracción grave a leve de la desobediencia a la autoridad y a sus agentes, así como la resistencia «utilizando oposición corporal» o la negativa «manifiesta y clara» a identificarse cuando así lo ordene una autoridad. El tercer punto de acuerdo se refiere a la utilización de pelotas de goma por parte de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, que se deberán sustituir por medios menos lesivos de forma progresiva.

Falta de estética.
Todo el mundo recuerda cómo Pedro Sánchez prometió de manera rotunda que en ningún caso gobernaría con el apoyo de Bildu. No solo gobierna, sino que ha recurrido a sus socios independentistas, herederos de la banda terrorista ETA, para modificar una norma tan sensible como la ‘ley mordaza’. Evidentemente algunos sindicales policiales han alzado la voz en lo que consideran que es un atropello a la dignidad de los Cuerpos de Seguridad del Estado al dejar en manos de Bildu todo el protagonismo de la reforma de la ‘ley mordaza’. Sánchez está traspasando muchas líneas rojas con el fin de seguir en el poder, pero en esta ocasión la realidad ha superado la ficción. Después indultar y amnistiar a los protagonistas del golpe de Estado en Catalunya ahora permite que Bildu marque la política en materia de seguridad ciudadana. Realmente ya no es posible deteriorar más la democracia española.