El nuevo secretario general del PSOE ibicenco, Vicent Roselló, ya ha asumido el cargo que dejó vacante con más pena que gloria Josep Marí Ribas Agustinet hace unas semanas. A falta de congreso para elegir a la ejecutiva, los socialistas necesitan ahora diseñar una hoja de ruta para salir del peor momento de su historia, sin gobiernos en ninguna de las instituciones ibicencas y con unos desastrosos resultados electorales. El reto que tiene por delante Roselló no es nada fácil, pero al menos debe diseñar un PSOE que entierre el sectarismo de los últimos años, que se permitió el lujo de dar la espalda a todos aquellos ciudadanos que se atrevían a criticar a la cúpula socialista.

Rafa Ruiz, el pasado.

Rafa Ruiz, exalcalde de Vila, ya ha anunciado que no seguirá al frente de la secretaría general del PSOE de Vila. Quizás intente ahora algún movimiento para alargar su vida política en otro cargo después de recibir un duro castigo por parte de los ciudadanos en las últimas elecciones, pero sería un tremendo error por parte de Roselló creer que Ruiz es un político que le puede ayudar a cambiar el rumbo del PSOE ibicenco. Ruiz, al igual que Agustinet, Costa, Lorenzo, Ripoll, López y otros dirigentes menos relevantes, son los responsables de que el PSOE se encuentre en un pozo político tras acumular varias derrotas consecutivas. Por lo tanto, a partir de ahora, a falta de que dimita como portavoz municipal, Ruiz solo puede considerarse el pasado (y el más negro) de los socialistas ibicencos.

Nuevo estilo.

El gran reto de Roselló es encontrar en los próximos meses una nueva hoja de ruta que conecte con los ciudadanos ibicencos, con nuevos mensajes. Tiene a su favor que el espacio en la izquierda lo tiene prácticamente en solitario tras el hundimiento de Podemos. En contra, que los dirigentes del pasado que hundieron el partido sigan intentando maniobrar a su conveniencia, por puro interés personal. Pero es un hecho objetivo que el PSOE vive el peor momento de su historia en Ibiza y que seguir por el mismo camino sería alargar la agonía de un partido con un pasado brillante y destacado que ahora necesita una profunda renovación.