Por primera vez desde la invasión rusa de Ucrania, el presidente estadounidense Joe Biden ha permitido que Kiev utilice material bélico de EEUU para atacar territorio ruso. Se trata, sin duda, de una medida excepcional, que cambia la doctrina de la Casa Blanca, aunque hay que matizar que se circunscribe exclusivamente a la asediada ciudad de Jarkov. Esa metrópolis, que ya fue atacada en las primeras semanas de la guerra y los ucranianos consiguieron retener, es la segunda ciudad en importancia en Ucrania y su caída sería un golpe demoledor no solo para el Gobierno de Kiev, sino también para sus socios europeos y norteamericanos. La respuesta del Kremblin no se ha hecho esperar y el conflicto ha vuelto a escalar, como es habitual en los últimos meses. Putin, con el asedio de Jarkov, ha modificado sus planes bélicos, aunque todo apunta a que se trata de una estrategia para que Zelenski tenga que enviar refuerzos a esa urbe y descuide el Donetsk y Lugansk, dos de los cuatro territorios anexionados ilegalmente junto a Jersón y Zaporiyia, en el Sur..

Retórica nuclear.
Lo que sin duda es más alarmante es la retórica nuclear rusa, que no duda en amagar con ataques tácticos atómicos cada vez cada vez que se encuentra en apuros. El sentido común debe prevalecer y los europeos no deben caer en este tipo de amenazas y provocaciones. Lo cierto, con todo, es que la invasión rusa de Ucrania ya ha cumplido dos años y nada hace pensar en próximas negociaciones de paz.

La postura de Macron.
Emmanuel Macron, presidente de la República Francesa, podría enviar en breve instructores militares para entrenar a los soldados ucranianos. Y en algunas declaraciones ha amenazado con desplegar tropas galas en apoyo de Kiev. La guerra en Ucrania, de camino a su tercer año, entra pues en un momento crítico cuyo desenlace final es toda una incógnita.