La crisis política que abrió Llorenç Córdoba, presidente del Consell de Formentera, a finales del año pasado por pedir un dinero extra al Govern para completar su ya abultado sueldo no ha hecho más que empeorar con el paso de los meses. Desde ese momento, la tensión entre Córdoba y sus socios de Sa Unió fue más que evidente y llegó al punto de la ruptura total, asumiendo él buena parte de las competencias que ejercían los consellers de Sa Unió. El tiempo ha ido pasando entre peleas entre socios de gobierno y ante una oposición que se ha mantenido de perfil.

Nueva crisis

Las intenciones del empresario Alberto Pedraza, adjudicatario de la concesión de la dársena de Levante de La Savina y que también está presente en el consejo de administración de Puertos y Litorales Sostenibles, de ampliar el puerto de Formentera han vuelto a reabrir la crisis política en Formentera. En este punto, los consellers de Sa Unió exigirán a Córdoba que ceda a sus consellers las áreas que ahora gestiona, algo para lo que buscará la complicidad de la oposición en el próximo pleno. También quieren que deje su puesto en el consejo de administración de la APB porque no se fían de lo que pueda votar en relación a la ampliación del puerto de la Savina. Como era de esperar, Córdoba ha reaccionado diciendo que no piensa irse de la APB y lanza sospechas sobre Sa Unió y otros proyectos de ampliación en el puerto sin especificar más en ello. En este punto del vodevil político formenterés, las amenazas y sospechas de Córdoba, que mantiene que no está a favor de la ampliación pero nadie le cree, no sorprenden a nadie.

Parálisis

La realidad de todo este esperpento es que mientras los políticos están inmersos en sus luchas internas de poder, la isla está paralizada porque poco se puede decir que hayan sacado adelante en todo este tiempo. En el horizonte, una huelga de los trabajadores de recogida de residuos que meterá a la pitiusa sur más en la basura de lo que ya está.