El portavoz del grupo socialista, Iago Negueruela, intentó hacer creer que el Govern de Armengol actuó de forma diligente al gastarse 3,7 millones en unas mascarillas que están almacenadas y que no se pueden utilizar. Dijo que no es relevante si el Govern de Armengol inició la devolución del material sanitario tres años después de haberlo recibido, además de reiterar las dificultades que había en ese momento para poder comprar material sanitario.
No fue fácil.
No hay que olvidar que todas las administraciones tuvieron que ir improvisando sus actuaciones cuando estalló la pandemia en marzo de 2020. Además de los muertos diarios que se registraban en España (unos 900) había muchas dudas sobre cómo afrontar la enfermedad y faltaba material para proteger a los sanitarios y enfermos. Dicho esto, no se entiende que el Ministerio de Transporte fuese el encargado de coordinar la compra de mascarillas de las comunidades autónomas. Y tampoco se comprende el escaso o nulo control a la hora de adquirir mascarillas que, en el caso de Balears, finalmente han tenido que almacenarse. ¿Es lógico gastarse 3,7 millones de euros sin comprobar si el material tenía la calidad necesaria para repartirse entre los sanitarios?
Respuestas poco convincentes.
La comparecencia de Negueruela para explicar la compra de mascarillas a la empresa de la trama del exasesor de Ábalos resulta muy poco convincente, sobre todo cuando asegura que es irrelevante que el material se devolviese poco después de recibirse o tres años después, una vez que el Govern de Armengol había perdido el poder. El escándalo acaba de empezar y tampoco convencen demasiado las explicaciones de Armengol, que pagó 3,7 millones de euros a una empresa sin ninguna experiencia en materia sanitaria, sin empleados, y sin facturación el año anterior al contrato. ¿Es así como gestionaba el dinero público el Govern de Armengol, sin conocer ni siquiera detalles de las empresas que contrataba? Armengol ha dicho este martes que le da asco lo que ha ocurrido. Estamos de acuerdo porque ese es el sentimiento general de los ciudadanos de Baleares, que no dan crédito que mientras eran obligados a estar encerrados en sus casas algunos dirigentes socialistas se estuviesen enriqueciendo con la venta de material sanitario.
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