Resulta llamativo el impacto que han tenido las líneas de ayuda a las instalaciones de energía solar en Balears, las cuales han tenido un crecimiento casi exponencial en los últimos cuatro años. La respuesta tan positiva es la constatación de que el acceso a las alternativas ecológicas requieren, al menos por el momento, de incentivos que favorezcan su puesta en servicio; los obstáculos ya no están en las reticencias de los consumidores. Y es que en el campo de la energía solar los avances tecnológicos han repercutivo en un aumento en el nivel de eficencia, tanto para los consumidores individuales como los colectivos.
Energía limpia.
Cuando las consecuencias del cambio climático ya son una de las principales preocupaciones sociales, la apuesta por las energías limpias es la estrategia más inteligente; terreno en el que el Govern está siendo pionero en el conjunto del Estado. Favorecer las instalaciones de energía solar debe ser el punto de partida para una nueva etapa en la que deben explorarse otros sistemas, como el aprovechamiento de la energía eólica en las viviendas unifamiliares. Poco a poco están derribándose los prejuicios de los consumidores, pero es inevitable superar los inconvenientes de unos costes todavía desequilibrados en favor de las energías tradicionales.
Conciencia ciudadana.
Hay, por el momento, un aspecto que todavía necesita ser mejorado. La Administración no tiene, en la mayoría de los casos, un carácter ejemplificador en su apuesta por las energías desvinculadas de los combustibles fósiles; principales responsables de los gases de efecto invernadero. Cabe preguntarse cuántos espacios de titularidad pública podrían ser aprovechados para instalar placas solares sin apenas incidencia en el paisaje o el medio ambiente. Los ejemplos son, todavía, puntuales y anecdóticos. Las instituciones tienen un papel muy relevante en la toma de conciencia por parte de los ciudadanos de lo mucho que está en juego. Nuestro planeta.