El hecho de que el Govern Balear esté alcanzando cifras de recaudación récord, como los 291 millones obtenidos entre enero y junio de ese año por el impuesto de compraventa de viviendas de lujo, ha de repercutir forzosamente en el bienestar de los ciudadanos. Es cierto que tales inversiones deben planificarse vía presupuestos y también que el año que viene hay elecciones. Pero el Ejecutivo debe prescindir de condicionantes y articular fórmulas para que estos beneficios repercutan cuanto antes en la sociedad, necesitada de mejora de todo tipo tras muchos años de crisis y austeridad.

Apostar por la esperanza.
Mientras en el Archipiélago los inversores extranjeros se han lanzado a la compra de inmuebles de lujo, muchos jóvenes isleños tienen serias dificultades para acceder a la compra o el alquiler de una vivienda a causa de unos precios cada vez más desorbitados. En este preocupante contexto, y ahora que el Govern tiene recursos, sería muy necesaria una potenciación de la política de vivienda social. Tal medida significa una apuesta por la esperanza en una coyuntura cada vez más positiva y con cada vez más recursos a disposición del Executiu.

Mejorar las infraestructuras.
Buena parte de las depuradoras de Mallorca están necesitadas de importantes mejoras y algunas funcionan prácticamente bajo mínimos, con el peligro que puede suponer la contaminación de parte del litoral. A ello hay que añadir que hacen falta inversiones tanto en la red viaria como en la sanitaria, donde por ejemplo la degradación del antiguo complejo de Son Dureta clama al cielo. El Govern no debe dudar en poner en marcha los medios que hoy tiene a su alcance par invertir todo lo que le sea posible y también planificar de cara al futuro. Y naturalmente sin preocuparse de si se acercan elecciones. Lo importante es comprender que los ciudadanos han sufrido mucho los efectos de la crisis y ahora necesitan respirar recuperación y optimismo.