Balears mantiene los precios más altos de la oferta hotelera de los principales destinos turísticos del Mediterráneo, un dato que en muchas ocasiones se obvia a la hora de analizar el papel del sector en la economía insular. Con demasiada frecuencia se habla de baja calidad de la oferta o escaso poder adquisitivo de los visitantes, una percepción que no se adecúa a los resultados del estudio comparativo sobre nuestros destinos más competidores. En un mercado tan abierto y sensible como el turístico, el factor precio es determinante, pero la recuperación de enclaves castigados por la crisis, un ejemplo podría ser Turquía, están un 73% por debajo de las Islas.

Balears no compite por precio.
El enorme esfuerzo inversor en la renovación y mejora de la planta hotelera en Balears, las cifras de los últimos años son multimillonarias, está dando sus frutos. El turista que llega a las Islas paga más por una oferta hotelera mejor, pero también por una especialización, una oferta complementaria, una seguridad y unos servicios públicos mejores que otros destinos competidores; incluso dentro del propio Estado español. Es bueno saberlo, y también valorarlo. El reto ahora es no perder esta posición, consolidar esta ventaja; privilegiar la estancia en las Islas.

Alcanzar la excelencia.
El peor error que puede cometerse desde la política turística y por parte del propio sector es dejar de corregir algunas de las deficiencias existentes, unas disfunciones que ponen en peligro todo lo conseguido hasta ahora. Aunque el turismo de borrachera y el balconing se reduzca a unos pocos enclaves, mínimos en relación al conjunto de turistas, es preciso reforzar los esfuerzo para desterrarlos de Balears. Lo mismo puede decirse de una oferta complementaria desfasada o de los problemas puntuales de saturación. Todo ello no puede ocultar que las Islas son un destino turístico muy bien posicionado en los mercados europeos, un logro que debe mantenerse y para lo que no hay que escatimar esfuerzos.