Los datos del último padrón de habitantes refleja un importante repunte de la llegada de extranjeros a Balears, en especial de Colombia e Italia, con saldos superiores a los años previos a la crisis. Casi once mil personas en 2017. Los datos confirman el enorme peso que tiene la evolución de la economía en el atractivo migratorio, circunstancia que también alcanza a las Islas. La cuestión, como plantean muchos expertos, es cómo debe gestionarse el indudable cambio social que suponen estas importantes variaciones del abanico de procedencias que se entremezclan. El fenómeno está todavía lejos de estabilizarse.

Vigor económico.
El impulso económico que se registra en Balears desde hace ya varios años es, sin duda, uno de los principales reclamos para la llegada de extranjeros, de dentro y fuera de la Unión Europea. En los daros referidos al pasado año resulta llamativo el importante grupo procedente de Colombia, así como el de los italianos; los cuales ofrecen los diferenciales más abultados con respecto a ejercicios anteriores. La mejora de las expectativas económicas son el motor que mueve, en gran medida, el fenómeno migratorio; un principio que también condiciona la peligrosa aventura de miles de africanos por alcanzar las costas de Europa.

La imprescindible integración.
Cada grupo de extranjeros que llega a Balears responde a patrones propios, casi individuales, aunque haya elementos comunes diferenciales en función de su procedencia. La llegada de ciudadanos de la Unión Europea no tiene, en términos generales, las mismas condiciones que los de otros países extracomunitarios. Sin embargo, sí es preciso reforzar la voluntad de integración de estos nuevos ciudadanos. Desde el respeto a la diversidad cultural, la sociedad balear también tiene que ser capaz de transmitir aquellos valores que le son propios en materia cultural y lingüística; el intercambio debe ser el nuevo canal de las relaciones en nuestra sociedad.