El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, declaró ayer como testigo ante el tribunal de la Audiencia Nacional que investiga la financiación ilegal del Partido Popular, conocida como la ‘trama Gürtel’. Nada nuevo aportó en su deposición el también presidente nacional de los conservadores, que repitió hasta la saciedad sus argumentos de total desconocimiento de todo aquello que hacía referencia a las finanzas del partido que gestionaba Luis Bárcenas, así como de la nula relación con el resto de los principales protagonistas del caso; uno de los más graves de la política española durante los últimos años.

Alta política
La versión de Rajoy que ha querido transmitir a los jueces de la Audiencia Nacional es que él, en el PP, sólo abordaba los temas de orden político; que las cuestiones relacionadas con el dinero nunca fueron de su incumbencia. El presidente ha negado sobresueldos y comisiones, así como cualquier irregularidad. Sin embargo, considera «razonable» que Bárcenas pudiera disponer de un despacho y coche del partido tras su despido. También él conoció la existencia de fondos en Suiza por la información de los periódicos. Resulta llamativa tanta ignorancia sobre cuestiones básicas en el funcionamiento interno de los partidos, incluso para el PP. No obstante, hay que reiterar que la presencia de Rajoy en la Audiencia Nacional, a cuya sede accedió en su coche oficial para evitar un ‘paseíllo mediático’, se produjo en su calidad de testigo y no como imputado.

Dureza de la oposición
El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, fue, con diferencia el político de la oposición que se mostró más duro con Rajoy, del que exigió su inmediata dimisión del cargo. En la misma línea se ha expresado el líder de Podemos, Pablo Iglesias. Lo cierto es que Rajoy no sale indemne de su paso por la Audiencia Nacional, su imagen ya no se puede separar de la ‘trama Gürtel’ a pesar de sus esfuerzos.