El episodio que ayer protagonizó el presidente del Parlament, Balti Picornell, al desalojar la sala de plenos de público y periodistas para que no presenciaran, precisamente, un debate presentado por el PP sobre la política de transparencia del Govern prueba el punto de incapacidad del diputado de Podemos que tiene para asumir el cargo. La suya fue una decisión unilateral, tomada por iniciativa propia y sin consultar al resto de formaciones ni disponer de un informe técnico que la avalase. Aunque, sólo por la redes sociales, Picornell reconoció su error, el enfado de todas las fuerzas parlamentarias, sin excepción, estaba más que justificado.

Interpretación estricta. El presidente se aferró a la literalidad del artículo 68.1 del Parlament para expulsar al público y los periodistas de la Sala de las Cariátides, sólo porque en el debate figuraba una enmienda de Podemos, su grupo, en la que se pedía la reprobación del diputado del PP Álvaro Gijón, que en los próximos días declarará como imputado en la trama de corrupción policial de Palma. La bisoñez y la torpeza, consecuencia de su inexperiencia política, de Balti Picornell quedaron evidenciadas con su decisión en el pleno de ayer que se ejecutó cuando debía debatirse una moción sobre la transparencia. No deja de resultar sarcástico el hecho de que, una vez tomó conciencia del desastre cometido, considere que un artículo como el que aplicó no debería figurar en el Reglamento de la Cámara.

Imprudencia o incapacidad. Lo sucedido, ¿ha sido consecuencia de la imprudencia o de la incapacidad del presidente del Parlament? Conviene recordar que en nuestra Comunitat se exige el grado de idoneidad de determinados altos cargos, un requisito del que están exentos los políticos, incluso el máximo representante de la Cámara balear. Ayer, en la sede de la soberanía de Balears se hizo el ridículo de una manera tan clamorosa como gratuita, un momento que deberían tomar nota todos los partidos para el futuro.