Como cuando en una verbena de verano encienden las luces para anunciar que la fiesta ha llegado a su fin, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, lanzó este miércoles una seria advertencia a los franceses, que puede ser extensiva al resto de ciudadanos de Europa. El aviso no es del todo nuevo, aunque sí lo es la retórica utilizada por el jefe de Estado de uno de los principales aliados europeos del bloque occidental, en un momento en que la incertidumbre capitaliza la escena pública. Así, Macron ha señalado que se avecinan meses difíciles, que el mundo se enfrenta a «un gran cambio» y no parece que para mejor, y que Occidente debe prepararse ante el fin de la abundancia fácil de bienes y recursos y «de una cierta despreocupación».
La primera reunión del gabinete de Macron desde las vacaciones veraniegas mostró a un Macron bronceado y no por ello con un tono poco solemne. Con la debida gravedad, el presidente francés dijo que el mundo se enfrenta a un periodo caracterizado por múltiples crisis que acechan nuestro modo de vida. «El momento que vivimos (...) puede parecer estructurado por una serie de crisis, cada una más grave que la otra», dijo, refiriéndose a la sequía, los incendios y las tormentas que han azotado a Francia durante el verano, así como a la guerra en Ucrania y a las interrupciones del comercio mundial.
«Creo que lo que estamos viviendo es más bien un gran giro, un gran cambio», dijo Macron, instando a sus ministros a ser ambiciosos y a los franceses a aceptar hacer más esfuerzos, a pesar de que los sindicatos, como en España, ya han dicho que no se le pueden pedir más sacrificios a una clase trabajadora empobrecida y muy afectada por la inflación desbocada. No obstante, según el presidente de Francia, «la libertad tiene un coste. Las batallas que tenemos que librar (...) solo se ganarán con nuestros esfuerzos».
Macron afronta una etapa especialmente sensible de su mandato, dado que a pesar de que ganó un segundo mandato presidencial en abril poco más tarde perdió la mayoría absoluta en el Parlamento, de modo que en la Asamblea tendrá que pelear con profusión toda iniciativa legislativa que pretenda alumbrar para hacer frente a la situación actual. Una situación en la cual, según el representante francés, los gobiernos no hacen más que gestionar emergencias, como sucedió en su día con la pandemia de Covid.
Con todo, Macron se enfrenta a una dura dicotomía, pues si bien las medidas de topes de precios de la electricidad y el gas, así como la rebaja de los carburantes, han aligerado mucho el peso de la inflación sobre la ciudadanía, estas iniciativas dejan una pesada losa en forma de factura en las arcas públicas. La reforma de las pensiones y de las prestaciones por desempleo, también en proceso, podrían añadirle tensión a la calle, que ya se prepara para clamar por salarios más altos cuando llegue septiembre.
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